La multitarea (también conocida por el término anglosajón multitasking) consiste en el intento de hacer y atender a varias cosas a la vez. La creencia que suscita tal tentativa resulta evidente: si se hacen varias cosas al mismo tiempo, por lógica se resolverán más actividades en el mismo lapso temporal. Este es el planteamiento del que se parte, la presunción en la que se basa la praxis. Pero he aquí el problema: se trata de un mito, una creencia muy común, pero totalmente equivocada.
Al igual que los profesores de inglés definen como false friends a esas palabras que se tienden a traducir mal al castellano porque se asemejan mucho a una propia que no es la acertada (constipation, por ejemplo, no significa constipado, sino estreñimiento), lo mismo cabría decir de la multitarea: se trata de un falso amigo, una práctica por entero desaconsejable. Veamos las razones.
Como ya vimos en otras entradas, la concentración es el principal recurso productivo. La naturaleza de la conciencia, sin embargo, no permite que la atención concentrada se le dedique a más de un tema. Sólo se pueden efectuar varias tareas a la vez cuando alguna de ellas no requiere concentración; por ejemplo, podemos pedalear en una bicicleta estática y, al tiempo, ver una película, pero eso sólo es posible porque pedalear no requiere atención, se trata de un automatismo que nuestra mente sabe ejecutar “con el piloto automático”. Pero cuando se trata de dos actividades que sí la exigen, la multitarea no resulta practicable: lo que sucede es que la atención alterna entre una y otra, lo que sólo nos garantiza una muy baja concentración. O lo que es lo mismo: un trabajo de peor calidad, menos creativo, y lo que peor, implicando un mayor tiempo de ejecución. Todos los estudios efectuados al respeto concluyen lo mismo: aunque se piense lo contrario, hacer dos cosas a la vez hace que finalizarlas cueste de promedio alrededor de un 40% más que si se efectuasen sucesivamente, una después de la otra. La lección a extraer es, pues, clara.
Tales resultados se producen por algo de lo que ya se habló en otras ocasiones, el hecho de que concentrarse no es para nuestra mente un proceso inmediato, sino que le exige entre diez y quince minutos conseguirlo. Es por eso que, cada vez que se salta de tarea, ésta se pierde y luego no se puede recuperar hasta un tiempo después. Si la alternancia es continua, también lo será por lo tanto la dispersión, lo que redunda en una caída en picado de la productividad personal. La multitarea no es más, pues, que una manera de dilapidar energía psíquica, tiempo y esfuerzo. Una praxis desaconsejable que conviene erradicar.
En resumen de esta entrada, subrayar que la multitarea, lejos de proporcionar mayor productividad personal, sólo sirve para hacer peor y más lentamente varias tareas a la vez. Para conseguir eficiencia y productividad personal, el truco a seguir es justamente el contrario: hacer una sola cosa cada vez. Conviene tenerlo siempre presente.