Claves GTD. Clave 3: La fluencia o estado de flujo

En anteriores entradas (1 y 2) se enumeraron ciertas claves del éxito método GTD. Siguiendo con estas, conviene comentar un dato más: la fluencia, o estado de flujo.

El estado de flujo fue descrito por el psicólogo de origen húngaro Mihály Csízszentmihály. Explicado con la mayor de las brevedades (dejo para otras ocasiones una descripción más pormenorizada), se trata de ese estado en el que nos sumergimos cuando conseguimos concentrarnos de una manera tan plena en aquello que realizamos que la actividad “fluye” con facilidad y sin esfuerzo. Es decir, que “olvidas que haces y simplemente haces”, como si te fundieses con la actividad. Además del nivel de logro que ayuda a conseguir (incluso los deportistas consiguen sus mejores marcas cuando fluyen o, para emplear sus palabras, cuando consiguen “estar en la zona?”, la fluencia tiene la ventaja de que, en vez de cansancio, reporta bienestar y la sensación de que el tiempo pasó volando, casi sin enterarte, lo que atenúa la sensación de fatiga.

Otro dato importante que nos acerca Csízszentmihály es que no hay que esperar a que la fluencia surja de manera espontánea, sino que podemos favorecerla si fomentamos las que son sus condición sine qua non. Entre otros factores, para que una actividad produzca fluencia se precisa  el siguiente:

  • Metas claras (finalidad bien definida de aquello que se está haciendo).
  • Retroalimentación franca e inmediata (es decir, alguna manera de constatación del avance, de mejora o de progreso).
  • Concentración (estar únicamente a lo que se está).
  • Equilibrio entre reto y capacidad (es decir, que la dificultad de lo que se emprende sea proporcional al dominio de la materia del que se dispone, de manera que afrontar ese reto exija una implicación plena, pero sin requerir más del que se puede con la capacidad o los recursos actuales).

Debido a su estructura, el método GTD favorece estas cuatro variables fundamentales. La estructuración de la actividad en proyectos define los resultados a conseguir (metas claras); los listados de tareas sobre los que se tachan las actividades efectuadas aportan la retroalimentación que se necesita, aportando sensación de avance y, tal como se comentó en anteriores entradas (el efecto Zeigarnik y la consecución de enfoque), también facilitan la concentración “en una sola cosa”. Por último, el equilibro entre reto y capacidad es una variable que se puede gestionar gracias a la redacción de las acciones a anotar en los listados de tareas, que nos permiten dimensionar los pasos a dar. Esto implica que, por grande que sea el proyecto emprendido, sólo tenemos que definir al respecto una próxima acción, que constituya para el interesado un paso asumible que lo acerque al objetivo final.

Esta relación entre el estado de flujo y método GTD fue destacado, entre otros, por los estudios de la Universidad Libre de Bruselas. He ahí pues otra de sus claves: el hecho de que facilita la fluencia.

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