Estrategias ágiles para materializar los buenos propósitos planteados para el año nuevo

El cambio de año suele ser, entre muchas otras cosas, un tiempo para la realización de balances: todos/as tendemos a echar la vista atrás para valorar el año que concluye, y también para definir los objetivos nos gustaría ver realizados en la anualidad que comienza. El problema de este conjunto de buenos propósitos de año nuevo es que, a menudo, tienden a olvidarse -o al menos a no tenerse presentes con la intensidad necesaria- muy pronto, en ocasiones con tanta rapidez que apenas se tienen en mente mucho más allá del mes de enero, de manera que buena parte de ellos no se vuelven a retomar hasta que un nuevo cambio de año nos hace repetir el proceso. Si queremos que las cosas cambien, es fundamental hacer algo diferente. Como dijo Einstein: “Para obtener resultados distintos, no se debe hacer siempre lo mismo”. La técnica  Agile Results puede constituir en este sentido una estrategia de gran ayuda para materializar este cambio.

Planificando los objetivos para el nuevo año con Agile Results

Esta metodología propone, para comenzar, que optemos por una lista corta de resultados a conseguir en el presente año, instándonos a que nos centremos preferentemente en tres. Esto no quiere decir que solo se deba disponer de ese número de metas, sino que resulta de suma importancia definir las tres que se consideran más relevantes, subordinando las restantes al buen fluir de éstas. Una manera de solventar posibles dudas respecto a esta elección consiste en plantear la pregunta de este modo: ¿si supieses que solo vas a conseguir tres objetivos, cuáles serían los que escogerías? La respuesta constituirá nuestro trío de resultados prioritarios.

¿Por qué solo tres?  

La utilidad de escoger tres resultados principales es que, al evitar que nuestra atención se disperse en múltiples frentes, también se incrementa la posibilidad de conseguirlos. Las listas de objetivos en exceso largas son una constante en los “buenos propósitos” que se formulan cada inicio de año, y también uno de los motivos de la escasa eficacia de su planteamiento; lanzarse a la consecución de, por ejemplo, quince objetivos, induce tal saturación y diluye la atención en tantas direcciones que al final pueden resultar contraproducentes, llevando a la no consecución de ninguno. De ahí que convenga trabajar con una lista reducida, que enfoque la atención y, como la luz al pasar por una lente, incremente su capacidad.

Y, una vez establecidas estas tres prioridades, conviene dar algunos pasos más.

Definir el avance a realizar este mes

El siguiente paso que hay que dar es la segmentación de esos tres resultados anuales en metas parciales a conseguir en un plazo mucho más corto, en concreto a un mes vista. De esta manera, si la obtención del B2 en lengua alemana, o escribir una obra de teatro constituyesen dos metas anuales, habría ahora que definir también el punto en el que, desde una óptica realista, se deberían tener esas metas al finalizar el primer mes. Obviamente, dependerá del punto en el que se tengan esos proyectos en la actualidad, pero cabría establecer los resultados mensuales correspondientes de la siguiente manera: tener estudiados 4 temas del manual de referencia, o disponer de un esquema completo de la trama y los personajes de la obra de teatro.

Definir el avance a realizar esta semana

Una vez se dispone de los correspondientes logros mensuales a conseguir para cada uno de los tres resultados anuales, se procede con una nueva segmentación: definir un resultado concreto para esta semana, un avance parcial que se pueda tener a punto el próximo viernes. En los ejemplos expuestos podrían ser, por ejemplo: escogido un manual de referencia de lengua alemana y estudiado el primer tema, o redactado un primer boceto de la trama de la obra de teatro.

Definiendo los resultados diarios

Hechas estas segmentaciones previas (mensual y semanal), el método nos recomienda adquirir un hábito diario: definir, cada día, antes de comenzar a trabajar, las tres tareas más importantes a resolver a lo largo de esa jornada.

Es muy importante tener presente aquí que tiende a resultar muy difícil que todos los días se les pueda dar prioridad las tres metas anuales definidas; llevar el coche a pasar la ITV no constituye un objetivo que uno planifique como prioritario, pero cuando surge esa necesidad, resulta totalmente ineludible, así que habrá que proceder, nos apetezca o no. Lo que se debe tener presente en el día a día es que, siempre que resulte posible, se deben introducir en los planes para la jornada algún pequeño paso que nos aproxime a alguna de las tres metas semanales y, su vez, los avances semanales deben constituir eslabones que nos acerquen a las mensuales. De esta manera los resultados definidos para el año se irán materializando mediante una sucesión de pequeños avances. Lo dijo Lao Tse siglos atrás: “Todo viaje de mil leguas comienza dando un simple paso”.

La utilidad del método Agile Results

La definición de metas muy concretas, materializables en plazos de tiempo cortos, es una de las claves de esta metodología y, sin duda, uno de los motivos de su utilidad. Resulta más inspirador trabajar en algo que podemos dejar concluido hoy mismo o el próximo viernes que enfocarnos a doce meses vista, visión que, al suscitar en nosotros la sensación de que hay tiempo de sobra para poner manos a la obra, invita también a posponer la cuestión. Al mismo tiempo, la consecución progresiva de sub-metas  (terminar tareas genera endorfinas) aporta la motivación que se necesita para perseverar, así como una agradable y estimulante sensación de eficacia.

Dicho esto, además de dejar a continuación un conjunto de entradas relacionadas con esta metodología, solo queda desearos a todos/as un feliz año y mucha suerte y tesón en la realización de vuestras metas.

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